Fonendos y Mazmorras

Donde la palabra es el viaje y el destino un misterio

Archive for septiembre 2010

Crónica de una… ¿huelga? O así la llaman.

Posted by iggarate en 30 septiembre, 2010

(Un amigo me manda este correo desde Madrid, para contarme como se vio la huelga desde la capital. Me ha parecido bastante bueno, así que, tras pedirle permiso, aquí va)

Dan las 18 y me voy a dar un paseo. El barrio en el que vivo (Arguelles), probablemente sea uno de los más tranquilos de Madrid. Casi todos los locales están abiertos. Cines, bares, tiendas de ropa, tiendas de discos… sólo unos pocos tienen las persianas bajadas. Me doy un garbeo por la sede del PSOE. Ni siquiera han redoblado la vigilancia… Parece que no va a ser para tanto.

Bajo por Plaza España, donde hay unos puestecitos de ropa y ñoñerías que prometen quedarse un par de semanas y está todo abierto. Continúo por Bailén, paso por el Senado y el Palacio Real. Todo tan turístico y monísimo como siempre, con los nacionales a caballo por el parque (es muy pintoresco).
Todo tranquilo. No se nota ni el viento. Sigo hasta la Calle Mayor y subo hacia la Plaza Mayor. Tres cuartos de lo mismos.

Sigo por la Calle Mayor hacia Sol y… ¡sorpresa! Sol (uno de los epicentros de todas las movidas de Madrid) está abarrotado por furgonetas de prensa y también hay cuatro jubilados con gorras de CCOO. Por ahora poca cosa, más ruido que nada. Decido seguir por la Carrera de San Jerónimo hasta la Plaza Cánovas (alias Plaza Neptino) y visitar el Ministerio de Sanidad (cuando no sé a donde ir, me doy una vuelta por el Ministerio… está en una zona preciosa, delante de El Prado).

A medida que avanzo por la Carrera de San Jerónimo veo cada vez más comercios cerrados. Esto sí que parece un día de huelga. Husmeo en uno de los Museos del Jamón (si algún día venís por Madrid os deleitaré con sus bajos precios y sus excelentes productos) todo un símbolo de la ciudad y me lo encuentro con las luces apagadas, la puerta abierta y las persianas medio bajadas… esquiroles… jejeje. Sigo y cada vez hay más comercios cerrados.
Paso por delante del Congreso de los Diputados que tiene la puerta cerrada de par en par, y en la explanada hay algunas señorías jugando a la política.

Neptuno está abarrotado. Bajo despacio por el Paseo del Prado hacia Atocha y está lleno de gente. Wow. El cruce de El Paseo del Prado con Atocha está completamente tomado… Y me dirijo hacia el ministerio y entonces me doy cuenta de una cosa curiosa… El Ministerio de Sanidad comparte manzana con la sede central de CCOO… jejeje. Que pringuis. Obviamente está todo empapelado y cerrado a cal y canto. Parece que hoy nadie se inscribirá en el MIR (por lo menos en ese edificio).

Sigo subiendo hasta Cibeles y está TODO lleno de gente… y entonces me pregunto… ¿por qué siempre la toman con Cibeles? y mientras vuelvo por la Gran Vía hacia casa me doy cuenta.
Si tomas Ciebeles cortas el tráfico de Gran Vía, de la Calle Alcalá, del Paseo del Prado y del Paseo de Recoletos. Osea que jodes todo el centro-este de Madrid. En fin.

Subo por la Gran Vía y hay muchísimas tiendas cerradas. Me asomo por Calle de Fuencarral (un afluente comercial) y parece que está todo normal. Sigo hacia Plaza de España y me encuentro con un grupo de mujeres que cortan la carretera salgando, cantando y bailando. Amas de casa, trabajadoras del sexo, becarias… un maremágnum de cabreo estrogénico rodeado de Nacionales. Nadie pasa por Gran Vía. Me hace gracia verlas tan contentas y coloridas delante de esos maromos vestidos de azul marino…

Y vuelvo a casa.

Conclusión: arterias principales bien cubiertas. Alrededores, ni puto caso. Como siempre se busca más la foto de la masificación que cualquier otra cosa, pero no es de extrañar con los antecedentes; los sindicatos nacionalistas ya hicieron la huelga por su cuenta, y el sindicato de transportes está aprovechando para vengarse (puesto que llegaron a pactos «injustos» cuando la huelga de metro colapsó Madrid)… No hay duda de que la palabra «fratricida» es española.

P.L.

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Compartir no siempre es bueno

Posted by iggarate en 25 septiembre, 2010

Si hablamos de recetas, lo primero que hay que hacer es separarlas en dos tipos distintos: las que se pueden compartir y las que no. Las primeras son las que viste la semana pasada en el programa del Arguiñano y que probaste el domingocon un resultado pasable-alto (no entiendes por qué si has hecho todo igual que el amigo Argui). De las segundas… estas son más complicadas. Son esas recetas de la abuela, que no pueden salir de tu cocina porque entonces ya no serían tan exclusivas. Esas que llevan generaciones en la familia y que te hacen quedar bien cuando invitas a los amigos. Pero hay también otras que, aunque pertenecientes al segundo grupo, alegremente las incluimos en el primero: muchas son también de la abuela, sí, pero a ella se las ha dado el médico.

Que levante la mano todo aquel al que algún amigo/familiar/conocido le haya dicho alguna vez esa famosa frase: “pues para eso a mí el médico me dio …… y me fue genial. Prueba, ya verás”. Cada vez que alguien dice esa frase, Dios mata un gatito. El problema es que cuando se dicen muchas veces, a la larga, los que acaban estando en peligro, son los pacientes.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos una mujer mayor, 65-70 años, con un problema cardiaco, a la que se le hinchan las piernas (edema por retención de líquidos). Va al médico, y este le receta un diurético, por ejemplo Hidroclorotiazida (para que todos nos entendamos, un diurético es un fármaco pa´mear). Seguramente, a esta buena señora el diurético le siente de maravilla y esas piernas se hinchen menos. Ahora bien, el problema llega cuando a su marido o a alguna de sus amigas, también se le hinchan las piernas. Entonces echémonos a temblar porque la señora, con toda su buena voluntad, le cuenta lo maravillosa que es la pastillita que le ha dado su médico y lo bien que tiene ahora las piernas. Y en claro refuerzo de su aseveración, se sube la falda y enseña unas piernas que podrán tener de todo, pero de hinchadas nada.

El nuevo “paciente” tiene dos opciones. Acudir a su médico y comentárselo, a ver qué opina (opción correcta), o hacer caso del consejo de la amiga (opción INcorrecta). Desgraciadamente, la farmacia queda más cerca que el centro de salud. Así que la señora o señor, se toma la pastillita de las piernas, y espera con ilusión que se le baje la hinchazón. Pero resulta que lo que esta persona tenía no era un problema del corazón, como su amiga, si no un problema del riñón. Pues ya la hemos liado, porque la misma pastillita que a la otra mujer le ha solucionado el problema, a esta persona puede terminar de estropearle el riñón y causarle una intoxicación. Y cuando vaya al hospital, a ver quién es el guapo que sabe a qué se debe, porque esa pastillita no estaba en su historia clínica, porque el médico no se la recetó.

Pero, y siendo exageradamente positivos, lo “bueno” del caso anterior, o lo menos malo más exactamente, es que solo afecta a una persona, que es la que se ha tomado la pastillita. El caso más grave, a largo plazo, es el de la recomendación de antibioterapia. Los antibióticos NO  se comparten, nunca, caca.

Un antibiótico es un fármaco que sirve para luchar contra las infecciones por bacterias (para hongos antifúngicos, y para algunos virus antirretrovirales). Y cada bacteria tiene su antibiótico, que acaba con ella para que deje de dar por saco en nuestro organismo. Puede que a alguno de vosotros os haya pasado, ir al médico “por el mismo dolor de garganta de la última vez”, y que la primera os diesen un antibiótico y la segunda otro distinto, o incluso que en algún caso no os diesen nada más que ibuprofeno. Eso se debe a que distintos microorganismos pueden causar enfermedades con síntomas similares, pero que en su tratamiento no se parecen en nada. Eso es algo que los médicos tienen muy presente, pero los pacientes no.

Cuando ocurre lo mismo que en el caso anterior, recomendación amiguítica del antibiótico, lo suyo sería que el problema acabase en la farmacia, porque los antibióticos necesitan receta médica para su compra. Al menos en teoría, ya que en algunas farmacias se saltan esto a la torera (yo personalmente les cerraba el negocio, por listos).

La persona que toma un antibiótico que no le ha recetado el médico, se expone a:

1. NO curarse de su enfermedad, porque al “bichito” no le hace nada el medicamento. Vamos, que le echas sal a la tortilla porque se te ha quemado. Ningún sentido.

2. Cuando, después de dos semanas de antibiótico sin curarse por fin va al médico, el microorganismo, que resulta que sí se moría con ese antibiótico, no solo no se ha muerto, sino que encima es resistente porque la dosis de antibiótico no era la adecuada. Y hay que empezar a utilizar otros fármacos menos efectivos para poder eliminarlo.

3. Se toma el antibiótico y, como era un virus que se iba a pasar en unos días sin tomar nada, se cura. Pero ese antibiótico ha ido matando otras bacterias propias de su organismo. Todas menos una, la resistente. Esa crece y se multiplica, porque ahora tiene todo el pastel para ella sola. Y entonces se desarrolla otra enfermedad. Una que, además, es resistente al tratamiento, igual que en el caso anterior.

Estos organismos resistentes, además de ser, hablando mal y pronto, una putada para quien los tiene, son un problema para el resto de la población. Porque lo que a los microorganismos les gusta es viajar y ver mundo, expandirse y conocer los interiores de otras personas. Que les gusta infectar vaya. Y ese organismo resistente irá infectando a gente. En ese momento tendremos ese microorganismo en unas personas y otro de la misma familia en otras. Pero no olvidemos que uno es resistente. Así que el que no lo es, cuando le den el tratamiento se morirá, y dejará de multiplicarse. Pero el otro no se morirá tan fácilmente y se irá multiplicando. Esto lleva a que, al final, el microorganismo resistente desplace al que no lo es y ocupe su lugar, lo que se traduce en: la misma enfermedad que antes (ni tan mal), pero ahora el tratamiento que antes la curaba ya no es efectivo (vaya, esto suena más a cagada y de las gordas). Y cuando el tratamiento de una enfermedad no es efectivo, uno de los posibles resultados es la muerte. Y como que a nadie le apetece.

Por eso, desde aquí os invito a ser educados y sinceros con quien, desde su buena voluntad pero del todo equivocados, os recomiende tomar alguna pastillita. Cuando os digan:

–  «Pues a mí el médico me dio…»

Podeis contestarles, cual Clark Gable:

–  «Francamente, querida, me importa un bledo.»

Pero como no todo es prohibir, os dejo aquí los dos únicos fármacos que sí os dejo recomendar a todos vuestros conocidos. De hecho, os invito a que lo hagáis, sobre todo en estos tiempos que corren:

Y recordad siempre que:

(De nuevo son recomendaciones generales, así que no hay bibliografía)

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Musa Oscura

Posted by iggarate en 16 septiembre, 2010

(Llevo demasiado tiempo sin actualizar, pero desgraciadamente no es que ande sobrado de tiempo últimamente. De momento os dejo este texto, algo que escribí hace algún tiempo y que le tengo un especial cariño. Espero que os guste)

La noche llama a filas a sus aliados. Más tarde o más temprano, aquellos por cuyas venas corre la sombra nocturna se ven atraídos por los misterios que la forman. Sus secretos, sus placeres, se ven incrementados con cada nuevo aliado. La llamada de la noche es, sin duda, la más seductora de todas…

Su piel brillaba bajo la luz de una pálida luna. Sus instintos la dominaban, hacían de ella una criatura nocturna, un ser de la noche envuelto en sombras, como un cachorro en brazos de su madre. Como cada noche, salía de caza. ¿A cazar qué? No lo sabía. Sus presas solían eludir su recuerdo como una amante despechada elude el contacto amoroso de otro cuerpo, buscando solo la verdadera naturaleza de la pasión.

Sus ropas negras envolvían sus curvas, escondiendo a los sentidos los sentimientos de pecado que evocaban. Las sombras difuminaban su figura, dejando en la retina de furtivos ojos el vago recuerdo de una silueta. Pasaba por tu lado como la niebla. Podías sentir como te rodeaba, podías notar como hacía de tus sentidos algo inútil fuera de sus límites. Podías saborear como su frío recorría  tu espina dorsal, haciéndose cálido sentimiento al llegar al alma. Allí, como tizona ardiente, como hierro candente al rojo vivo, dejaba impresa su marca.  Una marca extraña, irreconocible, pero a la que ni siquiera el tiempo eliminaría jamás. Ella había cruzado, tú no la habías visto, ella solo había pasado indiferente junto a ti. Pero su recuerdo, un recuerdo que jamás podrías comprender, había quedado grabado en tu memoria, por siempre…

Pasos ágiles y majestuosos la llevaban a su destino. Las sombras parecían posarse allí donde ella iba a pisar, cual alfombra persa para los pies de una princesa. Su reino, la noche; sus súbditos, las sombras; su corona, las hebras de plata que la luna trenzaba en su oscuro cabello. Solo ella y el silencio de sus pasos; baile al son de una música muda, música de luz de estrellas para oídos inmortales.

Al fin halló a su presa. Vagaba, perdido, por las calles que se le hacían desconocidas en ausencia de luz. Su nombre, un misterio. Su vida, un enigma. Su naturaleza, algo que no le interesaba. Como cada noche, su sed le había llevado ante un desconocido, ante una de las presas que le gustaba cazar. No sabía como los encontraba, desconocía la procedencia de su instinto, tan solo obedecía un mandato de su alma, una orden de su propio corazón.

Con paso firme, sus caminos se cruzaron. Con una seguridad fruto de la experiencia, dejó que aquel alma saboreara un indicio de la suya. Lo suficiente para que la curiosidad y el deseo hicieran el resto. Sus ojos se clavaron en los de él, su sonrisa perfiló su rostro, inundando los sentimientos de aquel que fuera su víctima. Su encanto fluyó en el espacio que los separaba, como una serpiente, venenosa, pero al mismo tiempo de irresistible contoneo.

Sus manos ni siquiera le rozaron. Su voz, que no emitió sonido alguno, se clavó en su corazón con punta de acero y fuego. Su ira aplacó la duda, su dolor desterró la tristeza, su deseo encendió la llama. Sus ojos se cruzaron… y aquel fue el fin. La sonrisa siguió su camino; la cadera del pecado se alejó con su bamboleo; la risa se perdió en la noche oscura, dejando un eco de extrañas promesas. La niebla envolvió un rostro que la oscuridad engulló.

Nada quedó de ella salvo su recuerdo, nada salvo la imagen de su oscura silueta contra el cristal de la noche. Nada salvo el sonido de su risa y un extraño aroma a rosas de papel. La víctima estaba escogida, la caza estaba hecha. Su recuerdo se evaporaría con la primera luz del alba.  Pero ella sabría que había cazado. Y él no sabría volver a encontrar la paz. Tarde o temprano, aquellos por cuyas venas corre la sombra nocturna se ven atraídos por los misterios que la forman. Misterios con aroma del más sabroso de los pecados… misterios con formas de cuerpo de mujer…

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Villanos y heroínas

Posted by iggarate en 7 septiembre, 2010

Ayer, como cada mañana, saqué un ratito entre tema y tema (de ginecología en esta ocasión) para echarle un ojo a los periódicos, vía «internete». He de reconocer que el primero que leo es el más local de todos, «El Correo», más concretamente la edición de Álava. Barriendo pa´casa, que nadie lo dude.

Lo que captó mi atención fueron dos noticias, separadas entre sí por otras tantas, pero estrechamente relacionadas. Ambas versaban sobre la violencia de genero, un tema que siempre está candente, de esos que no pasan de moda.

Una de las noticias decía que habían detenido a un hombre por golpear a su ex-pareja en la calle.Un testigo que lo vio, por eso era testigo, salió en defensa de la agredida y cuando llegó la policía se llevaron al mierda de pseudo-individuo ese al agresor detenido, por cobarde hijo de puta pasarse de la raya.

La otra noticia, era igual pero distinta. Era una vez que se era, una mujer que discutía con su pareja y le agredió en plena calle. Pasaban por allí dos agentes cuando, viendo lo que ocurría, decidieron acercarse.

– Buenos días señora – dijo el policía – ¿ocurre algo?

A lo que la señora, en lugar de responder, graznó. Y debió de seguir graznando un buen rato, cada vez más nerviosa y cada vez más alterada. Los hombres de la ley, al ver como la cosa empeoraba, pidieron a la señora que se calmase. Y lo hizo, seguro que lo hizo, en comisaria después de que se la llevasen detenida por agredir a uno de los agentes. Repito, por agredir a uno de los agentes, que no por agredir a su pareja, que entonces solo se le pedía que se calmase.

Aquí y aquí, os dejo el enlace de ambas noticias. Si alguien aún no ha visto la diferencia, que relea con calma los motivos de las detenciones. Y que nadie piense que me hace gracia este tema, nada más lejos de la realidad. Me parece un tema muy importante contra el que hay que luchar cada día y cueste lo que cueste. Lo que sí me resulta gracioso son las dos caras de la moneda:

Hombre que golpea a su pareja: menudo cabrón, porque vaya hijo de puta, a el sí que le tenían que dar una paliza hasta casi matarlo, a la cárcel, que se pudra, que pague por cada golpe… TODO cierto, con razón y lícito. El hombre que golpea a su mujer es, en mi opinión, un cobarde. De echo, no es ni hombre, es un pedazo de mierda, así de claro.

Mujer que golpea a su pareja: vaya par de ovarios, claro que sí, si es que algo habría hecho el cabrón, que son todos iguales,seguro que se lió con otra y le pillo,que se joda y aprenda… Y aquí está el problema. ¿Ella es una heroína por golpear al opresor? Pobre hombre, seguro que no había hecho nada. Esta es tan maltratadora como el anterior, puede que incluso más. Pero a ojos de la ley, es el sexo débil. Perdonenme señores de la ley pero, débil mis cojones. Tal y como esta el tema, una mujer puede darle dos ostias a un hombre, y a este más le vale no contestar, porque como la otra pegue un gritito y le denuncie, el pobre hombre está jodido.

Seamos justos señoras y señores. La violencia de genero es una vergüenza, nadie debería ser maltratado por nadie, nadie debería vivir con ese miedo constante, con esa infra-vida. Lamentablemente, muchas personas lo hacen. Y aunque estoy seguro que la mayoría son mujeres, tampoco dudo que muchos hombres también vivirán esta situación. El problema es que el hombre que «se deja pegar» es un calzonazos y un pusilánime, y la mujer a la que maltratan una víctima de la violencia de genero. Villanos y heroínas.

Viendo todo esto, llego a una conclusión. Menos mal que Hitler fue hombre. Si no ya le veo, atacando Polonia, y poniendo después carita de pena cuando Reino Unido, Francia, Nueva Zelanda y el resto de la tropa le atacaron. Después de todo, seguro que Polonia se lo merecía, que se había liado con otra. Y los Aliados era todos unos violentos de mierda, machacando a una pobre Alemania indefensa.

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